Fue enero, como este enero,
en esta misma ciudad
de nostalgia y humedad
al borde del aguacero.
Guardó las pilchas, Rivero,
las llaves del Almacén,
y encaró para el trocén
de alguna estrella lejana,
a las diez de la mañana,
subido al último tren.
A la orilla del andén,
el Dios del barrio tanguero,
lució su mejor sombrero
y un lengue fetén, fetén.
Llegó Rivero y amén
batió la grey milonguera.
Un ángel de voz diquera,
con pinta de pibe reo,
puso de pie al Ateneo,
de Gardel hasta Le Pera. ©
Del Blog De lunfa somos - Replicado en Face
Recitado en Radio UAI
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