sábado, 22 de noviembre de 2014
Milonguita
Fabián Pérez
La vió venir, traía en el vestido
astillas de limón de un alma en pena,
un estruendo de amor de luna llena
y un beso entristecido;
unos ojos más negros que el olvido
y un ayuno de larga cuarentena,
parecía más bien una sirena
de llanto contenido.
Dio dos pasos, se puso frente a ella:
—Ha caído una estrella,
le dijo con acento distraído;
cuando el piano atacó con "Amargura",
la tomó de traición por la cintura
y le sopló dos besos al oído.
Del libro De diluvios y andenes.
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