jueves, 9 de mayo de 2019

De la Púa

Dedicatoria del único libro de De la Púa, La crencha engrasada: "A mis rivales en el cariño de Buenos Aires: Nicolás Olivari, Raúl Gonzalez Tuñón y Jorge Luis Borges" 

Aquel viernes tristón, en Recoleta,
poca gente, ninguna,
trepó al aguantadero de la luna
para empujar el jonca del Poeta.
Una jermu fatal, fina y discreta,
un tahúr sin fortuna,
la pandilla del diario  y la importuna
presencia de la Parca de opereta.
La banda del "Puchero misterioso",
cuatro pungas y un coso,
un bardo del montón, el funebrero,
algún taura de ley, una yiranta,
una novia de tantas,
Olivari, Tuñón y el "Palabrero". ©

Del libro De lunfa somos.
Recitado en el Tortoni.

5 comentarios:

  1. Carlos de la Púa, cuyo nombre original fue Carlos Raúl Muñoz y Pérez (La Plata, 14 de enero de 1898 - mayo de 1950, ​fue un poeta y periodista argentino, también conocido como el Malevo Muñoz, y que en otros ambientes gustaba hacerse llamar Carlos Muñoz del Solar.

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  2. Línea 9 / Poema de Carlos de la Púa en la voz de Héctor Alterio, acompañado por el cuarteto Cedrón.

    https://www.youtube.com/watch?v=Lwa4pIXzPfk

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  3. Estampas del Ortiva

    http://www.elortiba.org/old/crencha.html

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  4. Fue inhumado en el Cementerio de la Recoleta, donde Cátulo Castillo lo despidió con estas palabras:

    “Este personaje fabuloso en nuestra admiración se fue por una absurda escotilla hurtándose a sí mismo, privando a la ciudad de un porteño convicto y confeso de la poesía lunfardesca”.

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  5. Poema de Carlos de la Púa

    Los bueyes

    Vinieron de Italia, tenían veinte años,
    con un bagayito por toda fortuna
    y, sin aliviadas, entre desengaños,
    llegaron a viejos sin ventaja alguna.

    Mas nunca a sus labios los abrió el reproche.
    Siempre consecuentes, siempre laburando,
    pasaron los días, pasaban las noches
    el viejo en la fragua, la vieja lavando.

    Vinieron los hijos. ¡Todos malandrinos!
    Vinieron las hijas. ¡Todas engrupidas!
    Ellos son borrachos, chorros, asesinos,
    y ellas, las mujeres, están en la vida.

    Y los pobres viejos, siempre trabajando,
    nunca para el yugo se encontraron flojos;
    pero a veces, sola, cuando está lavando,
    a la vieja el llanto le quema los ojos.

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