lunes, 23 de diciembre de 2019

Olivando


Al pucho se calzó los escarpiantes
y se tomó el  olivo,
escorado en las sombras y cautivo
de un enjambre de penas vigilantes.
Acarreando nostalgias ambulantes
y un sueño substantivo,
iluso de promesas y afectivo
rajó de soledades convocantes.
Cayetano de excusas
y curda de tristezas inconclusas
de gotán fulería,
al tiro,
saltó por la ventana del espiro
con las únicas pilchas que tenía. ©

Para Enrique Santos Discépolo, en un nuevo aniversario de su partida. Del libro De lunfa somos. 
Recitado en el Café Manzi y en la APL.

No hay comentarios:

Publicar un comentario