jueves, 5 de marzo de 2020

Una elefanta se columpiaba

Con afanes de sano desvelo,
la elefanta, tres kilos más flaca,
cuidadosa se sube a la hamaca,
por no darse un porrazo en el suelo.
En la selva se armó tal revuelo,
que prudente, la urraca,
en mitad de tamaña alharaca,
armó el nido más cerca del cielo.
En su casa, el señor elefante,
por temor a “accidente colgante”
pidió parte de ausencia al trabajo.
—Hamacarse, por ley,  no es delito,
retrucaba su esposa en un grito.
—Sépanlo, yo de acá,  no me bajo. ©

Del libro Oceanario
Recitado en el Café Montserrat y Radio UAI

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