miércoles, 18 de enero de 2017

Rivero

   


























Treinta años sin Rivero. Demasiada ausencia.
Para Muni Rivero, en el recuerdo permanente de su padre.

Con ese vozarrón de bucanero

lanzado al abordaje,
su planta, su figura, su linaje
de solemne rodaje milonguero.
Con el chamuyo flor y cadenero
de tirar de la vida con coraje,
su pinta de varón y su empilchaje
del quía más diquero.
Su etiqueta de ñorse y de tanguero,
su luna de arrabal y su equipaje
de andante caballero.
Un mal día tristísimo de enero
se nos piantó de raje
y nos quedamos, Muni, sin Rivero. ©

Del libro Oceanario.
Recitado en Radio UAI.
Ilustración: Héctor Palacios.

7 comentarios:

  1. Don Edmundo Rivero fue designado académico de número de la Academia Porteña del Lunfardo tras la partida del poeta Juan Carlos Lamadrid el 6 de mayo de 1978, para ocupar el sillón “Carlos Gardel”, sitial que ocupó hasta el día de su muerte, el 18 de enero de 1986.

    Fuera de su inolvidable trayectoria musical, dejó en el plano literario una valiosa obra escrita: “Una luz de almacén” y "Las voces, Gardel y el canto".

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  2. Nota de Roberto Espinosa para el Diario La Gaceta de Tucumán.

    Edmundo Rivero Abstemio, pero no de noches. San Telmo. Una voz se ha sentado en el empedrado, despertándole una angustia al silencio. Una garganta explota en tango, desbordando un sentimiento en la guitarra. “Cerrame el ventanal que arrastra el sol, su lento caracol de sueños. No ves que vengo de un país que está de olvido siempre gris, tras el alcohol. Un poco de recuerdo y sin sabor golpea tu rezongo lerdo. Marea su licor y arrea la tropilla de la zurda al voltear la última curda...”

    El alma de Edmundo Rivero deambula aún por las paredes de El Viejo Almacén, buscando en la memoria del olvido los ecos de un tiempo que se fue.

    En Avellaneda, a pocos pasos de Puente Alsina, el 8 de junio de 1911, “el feo que canta lindo” ve el primer amanecer. Su padre ferroviario lo lleva luego a Saavedra, donde la ciudad ya se pierde en el campo. Una galería, un patio, siete higueras. En ese lugar, brotan pasiones: la guitarra, el tango, el lunfardo. El canto despierta en la década del 30.

    “En esos años se cantaba en la radio más por cariño que por plata. Nunca se nos pasó por la cabeza que podríamos vivir de la música. En casa de un amigo solíamos reunirnos para tocar y cantar. Y se nos ocurrió una broma inocente. Tomamos el teléfono y marcamos al azar y si quien nos atendía era una mujer yo le cantaba. Ese día nos atendió una mujer. Ella dijo: ‘¿ustedes han puesto un disco o es una persona?’ Mi amigo le contestó que era yo. ‘¿Por qué no canta un poco más?’ Cuando concluí, me pidió que fuera por su casa. Allí vivía Julio De Caro; su hermano José estaba formando una orquesta y necesitaba un cantor. Me contrató. Cosas como estas me pasaron muchas. Por eso creo en el destino”.

    Al despuntar los años 40, su registro de bajo-barítono choca bruscamente con la moda de los cantantes atenorados. “Las orquestas comenzaron a rechazarme; me escuchaban pero no me daban trabajo”.

    Abandona durante cinco años el canto. Nuevamente la casualidad. En Radio El Mundo, le piden que cante dos piezas. La mujer de Horacio Salgán lo escucha y este lo convoca. “Vea, si me aplaude la gente, me quedo. Si no terminamos como amigos”, le dice con humildad Rivero. Se queda tres años.

    Se encuentra con Pichuco Troilo y la voz vuelve a arrullar, esta vez un bandoneón.

    Estudia canto en el conservatorio. A partir del 50, sigue solo. “No voy a decir que soy un tipo lindo. La ‘napia’ me anduvo siempre delante de los pies; el mentón es tirando a prominente. Tampoco digo que por ser fiero, uno es más macho o mejor cantor. Pero ni los años ni la fealdad me preocuparon nunca”.

    Giras, éxitos. Estados Unidos. Japón. 1970. Sur, Yira yira, El último organito.

    Edmundo funda en el pecho de San Telmo “El viejo almacén”. Allí el dos por cuatro desnuda sus fantasmas. Estudioso del lunfardo, admirador del Zorzal. “El único que las tuvo todas: voz, inteligencia, pinta, emotividad fue Gardel. Después de él, cada uno se defendió con lo que pudo. Desde que tengo uso de razón, el tango está en crisis. Siendo una expresión popular, es lógico que atraviese por las mismas experiencias de los argentinos. El tango no es más que un reflejo de nuestra realidad cotidiana”.

    Abstemio, pero no de noches, indiferente al tabaco, la felicidad de Rivero es ejercer de pájaro. “Desde los 17 años me acuesto a las 5. Canto, estudio, escribo, toco la guitarra, camino, tengo proyectos y una persona de 74 años no hace todo esto”.

    Enero 18 de 1986. Un “cuore” viene en picada por las calles de San Telmo. “No le tengo miedo a la muerte. Es más difícil vivir que morir. La muerte es más natural que la vida: uno nace por accidente, pero muere por destino”. Roberto Espinosa

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  3. El conventillo por Muni Rivero

    https://www.youtube.com/watch?v=6eNaMqg96nU

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  4. En un feca de atorrantes...

    Rivero

    https://www.youtube.com/watch?v=hAMtMWtOms0

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  5. Gran homenaje para un Grande.
    Excelente poema estimado Carlos, nunca se olvida de ellos.

    REM

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  6. El maestro se merece esto y mucho más.

    Ch.

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